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Desafíos para la ética teológica latinoamericana

La ética cristiana tiene como fundamento central el mensaje de Jesucristo que se identifica en la posición que Jesús asumiría en las diferentes situaciones en las cuales se demanda un discernimiento y una accionar éticos; este criterio central sirve de lente hermenéutico en los diferentes contextos (ethos) en los cuales las cristianas y los cristianos requieren una comprensión ética.

El teólogo brasilero Elio Gasda señala que el cristianismo ofrece un modo de comprender y de actuar que atraviesa los diferentes ethos sin perder su especificidad que es Cristo como fundamento de toda ética teológica, así, el ethos cristiano va emergiendo desde la experiencia acumulada por las comunidades cristianas a lo largo de la historia identificando siempre el accionar de Jesucristo en las diferentes situaciones y en las realidades caracterizadas por el cambio permanentemente. [1]

Entre las características de la teología latinoamericana y específicamente de su ética teológica, podemos identificar a la lectura e interpretación política e histórica, precisamente, la teología de la liberación TL representa una forma propia de vivir, entender y reflexionar inteligiblemente la fe en Jesucristo en las comunidades cristianas latinoamericanas y caribeñas donde el criterio ético ha sido el referente central para comprender el mensaje de salvación. Aunque la TL ha tenido un proceso complejo de conflictos teóricos particularmente con el magisterio eclesial, podemos afirmar que, actualmente, cuenta con legitimidad reconocida. Además, se identifican los aportes de la ética teológica latinoamericana a la ética, a la teología, a la iglesia y a la sociedad.

La realidad en la región latinoamericana es ampliamente diversa, maravillosamente desafiante y todavía caracterizada por la injusticia, la corrupción, la violencia entre otros aspectos lamentables. Asimismo, del ethos latinoamericano podemos resaltar: la diversidad cultural con una clara resistencia de tradiciones, conocimientos y sabidurías de los pueblos ancestrales, una mayor aceptación “formal” de esta diversidad, de su historia y su soberanía, información clara sobre la crisis ecológica que no implica exposición crítica del modelo cultural hegemónico de desarrollo o modelo civilizatorio, procesos de afirmación legal de los derechos de las mujeres, indígenas, niñas, niños y adolescentes, afrodescendientes, LGTBQ,  entre otras poblaciones vulneradas que sin embargo, involucran un alto costo humano. A continuación, se esboza un breve resumen del complejo ethos latinoamericano:

  1. En lo social: violencia es sus diferentes manifestaciones, resaltando la violencia intrafamiliar, la de género, la violencia mediática, inseguridad ciudadana, secuestros, trata y tráfico, migración, entre otras. Es fundamental identificar la violencia simbólica que reproduce sistemas de discriminación: racismo, machismo, violencia hacia las mujeres, etc.[2] Al respecto, las sociedades latinoamericanas implican procesos de identificación y transformación del sistema patriarcal, sin embargo, aun es insipiente.
  2. En lo político: polarizaciones, corrupción en espacios públicos, desacreditación de las propuestas de izquierda y de derecha, instrumentalización de los pueblos indígenas y de los movimientos sociales. Procesos de sensibilización sobre el ejercicio de poder patriarcal y machista.
  3. En lo económico: pobreza, extractivismo característico en la minería, hidrocarburos, monocultivos, actividades altamente destructoras de la naturaleza y de los pueblos indígenas, crecimiento económico frágil, participación de narcotráfico y lavado de dinero.
  4. En lo cultural: modelo de desarrollo hegemónico caracterizado por el consumismo, inseguridad identitaria resultado de un proceso de descolonización ambiguo que refuerza el colonialismo subjetivo o interno. Irrupción de la inteligencia artificial (redes sociales, comunicación virtual, etc., que debilitan los procesos de concienciación y madurez ética.
  5. En lo religioso: amplia presencia cristiana, mayoritariamente católica, crecimiento de grupos evangélicos y neopentecostales, estancamiento / involución del proceso ecuménico y del proceso de interculturalidad, crecimiento de posiciones fundamentalistas.

En el ámbito católico: disminución significativa en la participación ético crítico política, motivación del proceso sinodal que algunos lugares resalta la afirmación de la estructura clericalista y la manipulación de la participación laical reforzando la inmadurez de la identidad y misión laical.

En este contexto, la ética teológica en Latinoamérica reafirma su identidad crítica y profética, reconociendo aportes del magisterio eclesial, de las hermenéuticas bíblicas liberadoras que permiten interpretar evangélicamente las realidades contemporáneas y en diálogo con los aportes de las otras áreas del conocimiento humano, podemos identificar algunos desafíos actuales:

  1. La crisis civilizatoria a la que se refiere el Papa Francisco, es un llamado a una revisión profunda y ético crítica de los argumentos, hermeneúticas y fundamentos antropológicos sobre los cuales se desarrolla nuestra propuesta ético teológica, para permitir una deconstrucción de la antropológica teológica patriarcal y androcéntrica que permita el cuestionamiento de imágenes sacrificialistas del ser humano: hombres que sacrifican su dimensión emocional para responder a los roles establecidos que afirman identidades valientes (macho), fuertes (insensibles o represores de sus emociones), jefes de familia (proveedores frustrados en la sociedad consumista) y mujeres obligadas a responder a roles preestablecidos de madres, trabajadoras, profesionales, ciudadanas, esposas que de forma abnegada deben cargar con la culpa al no responder a las expectativas de la sociedad. Esta antropología debe ofrecer criterios de discernimiento respecto del sentido de la libertad humana, del cuerpo y la sexualidad, en el marco de la interconexión con la naturaleza y con el cosmos.
  1. Aceptar que la crisis civilizatoria supone otra antropología también implica la necesidad de reconocer y reubicar un diferente lugar de la humanidad en la naturaleza y el cosmos, en este sentido, los conocimientos de las culturas ancestrales latinoamericanas son saberes que brindan la posibilidad de otras interpretaciones que afirman a Dios como creador y a la humanidad como integrante de la naturaleza. De estos aportes, identificamos la comprensión que tienen del cuerpo el conocimiento ancestral Maya, Azteca, Inca, Amazónico, Mapuche, entre otros, que permite el reconocimiento de la conexión del cuerpo humano con la naturaleza y con el cosmos. La comprensión de cuerpo-territorio permite identificar también éticamente la responsabilidad del bien común, la participación, la solidaridad, la justicia, superando el individualismo en el momento de definir el sentido de la libertad humana.[3]
  1. La comprensión de cuerpo – territorio permite el reconocimiento de la conexión de la humanidad como miembro de la familia “naturaleza”, recuperando la espiritualidad y la teología subyacente en esta de San Francisco de Asís, se puede asumir un rol que supere el cuidado de forma instrumentalista y motive el cuidado como expresión del amor a la naturaleza como miembros de esta familia.
  2. Actualización del referente escatológico de la ética teológica donde los sentidos de vida están debilitados, en particular donde la desilusión y la desesperanza parecen aumentar, por ejemplo, pueblos indígenas, mujeres, afrodescendientes, jóvenes entre otros. Esto supone caminar con ellas y ellos escuchando amorosamente e identificando la revelación de Dios en sus vidas, motivando la visibilización de sentidos de vida concretos, pero, también dando paso al misterio, al “todavía no” con confianza plena que alimenta la esperanza y la vida.

Podemos concluir señalando la permanente necesidad de reafirmar y fortalecer la dimensión profética en la ética teológica, una dimensión que anuncia y denuncia. Denunciamos cuanto se ha dicho en la primera parte, denunciamos todo lo que impide la vida y que se reproduzca de forma digna, visibilizamos críticamente todo signo de muerte porque esa denuncia libera y da paso al anuncio, anunciar significa que la vida es bella y que hay esperanza. Las teólogas y los teólogos recibimos, en este contexto, algunas preguntas: ¿Cómo transmitimos esperanza a través de la ética teológica?, ¿Quiénes son las víctimas actuales y cómo las identificamos?, ¿Cuál es nuestra posición en este contexto?, ¿Desde dónde hacemos ética teológica? Estas interrogantes nos ayudan a afirmar nuestro servicio en el proyecto de Jesucristo, nuestro servicio al Pueblo de Dios.

[1] GASDA ELIO, “Ética Teología,” Theologica LatinoAmericana Enciclopedia Digital, consultado el 20 de septiembre de 2023, https://teologicalatinoamericana.com/?cat=194

[2] En la región se han establecido observatorios que mantienen información actualizada referente a las víctimas de este sistema cultural.

[3] La comprensión de AYLLU, en la cultura andina, hace referencia a la responsabilidad colectiva de la afirmación y realización de la vida de cada individuo integrante de la comunidad, así mismo, denota la participación y responsabilidad individual para el bien común.