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Salvación en tiempos de Pandemia

La centralidad de la salvación en el mensaje cristiano es un dato incuestionable. Sin embargo, la comprensión de ésta suele ser difusa, teleológica y/o escatológica y aun cuando estos tres aspectos la conformen, la salvación presentada en los evangelios y experimentada por cristianos de todos los tiempos supera este horizonte y la coloca en el centro mismo de la historia y de la existencia humana.

En efecto, cada tiempo, cada espacio, cada grupo humano y cada persona se enfrentan al reto de existir. Las dificultades, las amenazas, las injusticias, las pérdidas y el dolor están siempre presentes, algunas de ellas son dramáticamente inevitables y otras surgen como la gran oportunidad profética para denunciar la violencia que esconden y anunciar la oportunidad de humanización.

En estos últimos meses, la pandemia del coronavirus ha puesto en evidencia el ambiente personal y comunitario. Un ente inerte ha modificado el orden mundial y ha exhibido con claridad la ceguera, injusticia, superficialidad, individualidad y fragilidad de la realidad interna y externa que se ha construido. Más allá del discurso personal o social, esta crisis ha develado las creencias, dominantes; las prioridades tanto personales como nacionales; y qué sentido se ha dado a la existencia.

Posiblemente las creencias dominantes y generalizadas estén centradas entre el miedo, el egoísmo y la soberbia. El miedo a morir, el egoísmo centrado en conservar a toda costa el status existencial logrado junto con las expectativas de crecimiento y la soberbia de pretender ser inmortal e invulnerable.

Estas tres creencias operan tanto en el ámbito personal como social; de suyo son legítimas y comprensibles; sin embargo, fácilmente se transforman en una manifestación del mal disfrazado de bien lo cual las hace oportunidades para experimentar el misterio de Dios y de ser salvación para la humanidad.

Es cierto que la pandemia afecta a todos los gobiernos y a todas las personas de una u otra forma, pero las consecuencias se padecen de diferente manera y, como siempre, los más sufridos, son quienes menos tienen.

Estas carencias se pueden observar desde dos horizontes diferentes, el económico, desde luego, que deviene en oportunidades, servicios de salud adecuados, condiciones de vivienda digna, respaldos en los cuales apoyarse, ahorros que permiten enfrentar la situación, etcétera. La otra perspectiva, es más sutil, pero de ninguna manera menos importante, está relacionada con la observación, el análisis, la reflexión, el criterio y el discernimiento. Cinco procesos que se dan al interior de la mente humana, que, por lo mismo, ninguna circunstancia externa es capaz de inhibirlos una vez que ya forman parte de la pauta de interpretación de la realidad de una persona, pero que necesitan desarrollarse a lo largo del crecimiento para darles existencia y cauce en cada sujeto.

Las relaciones entre carencias económicas e interpretaciones toman múltiples formas y de ninguna manera son en todos los casos directamente proporcionales. Es decir, la solidez económica junto con la abundancia de oportunidades que genera de suyo no implica mejor capacidad de entendimiento y significación de la realidad.

Este momento histórico, de escala mundial, es un auténtico reto y una extraordinaria ocasión para enfrentar los demonios que habitan en las realidades personales y que impactan principalmente en tres áreas de la existencia: la sanitaria, la económica y la conductual.

A nivel social, el primer impacto ha sido el sanitario. Las epidemias siempre han existido en la historia de la humanidad con efectos devastadores, los especialistas en la materia siempre han sabido de su amenaza y por lo mismo han desarrollado medidas para contener en lo posible sus efectos y evitar al máximo la mortalidad que provocan. Por ello, han definido protocolos de salud tanto internacionales como nacionales para enfrentar su aparición[1], mismos que cada país ha elegido seguir de acuerdo a sus propios criterios.

El segundo, posiblemente menos previsto cayó en la economía. Efectivamente, la cuarentena limita contagios y disminuye muertes. Sin embargo, las consecuencias del aislamiento masivo afectan considerablemente a todos los sectores de la sociedad[2]. La mayoría de las economías empresariales y nacionales están perjudicadas, la esperanza de su recuperación se ve a largo plazo[3] y exige nuevas políticas económicas más solidarias entre los países[4].

El tercero, aún menos sospechado, golpea la rutina y formas de relación diaria de las personas. El semejante es de suyo una amenaza, la información falsa y tendenciosa inunda los medios de comunicación, los rumores llevan a conductas violentas en contra del personal de salud e instituciones sanitarias[5], el momento demanda adaptación a otras formas de trabajar, de estudiar, de convivir que además al sostenerse en el tiempo, desgasta el ánimo y la armonía social.

Lo más dramático del impacto en el área social es la incapacidad personal en la gran mayoría de las personas de influir directamente. Es decir, las estrategias, decisiones, políticas públicas, etcétera están en manos de unos cuantos que operan a partir de sus propias ideologías, intereses personales, expectativas y apuestas futurísticas que pueden o no estar enfocadas en un auténtico bien común.

Hablar del nivel personal es más arriesgado. En primer lugar, porque no existe uniformidad pues los contextos nacionales, culturales, económicos, familiares, religiosos, etcétera que condicionan el entorno son distintos y en segundo, porque cada ser humano, de manera libre y, las más de las veces inconsciente, acepta o rechaza en los primeros años de su existencia algunos de los múltiples elementos existentes para repetir los mismos criterios el resto de su existencia.

Por lo anterior, solo expreso mi percepción de la afectación en estas tres áreas en las personas de mi país, México. La ignorancia domina el panorama con relación a la salud lo cual hace que el miedo a la enfermedad, al sufrimiento y a la muerte se posicione en un extremo mientras que la incredulidad a la existencia de la epidemia y la invulnerabilidad en el otro; en medio, corren cualquier cantidad de versiones que hablan de conspiraciones, remedios milagrosos, mensajes proféticos, revelaciones divinas, cadenas de oración, meditación multitudinarias y peregrinaciones virtuales de imágenes que garantizan protección personal y/o la detección de la Pandemia.

En el aspecto económico, mientras un pequeño sector de la población tiene seguros sus ingresos, otros los ven seriamente afectados por pérdida de trabajo, reducción de salarios, disminución en la demanda de servicios, impedimentos para operar, obligación de cumplir compromisos con empleados, impuestos, indemnizaciones, etcétera.

Además, el aislamiento y la modificación de rutinas, sumadas a los dos aspectos anteriores, repercuten directamente en el estado anímico y emocional de las personas sin importar su edad, educación, género, posición económica, etcétera. Por ejemplo, en México se registra un aumento en las llamadas que denuncian violencia intrafamiliar, sea de género o contra menores, independientemente que el Presidente insista en afirmar que el 90 por ciento de esas llamadas son falsas[6].

Este aspecto más personal, que desde luego tiene implicaciones sociales, de observación, análisis, reflexión, criterio y discernimiento conforman las herramientas con las cuales se asume e interpreta la realidad, y es aquí, precisamente donde la experiencia de salvación se concreta en la historia del ser humano. Es decir, la ayuda asistencialista, si bien genera beneficio inmediato en quien la padece y es indispensable llevarla a cabo en situaciones de emergencia no modifica la compresión interna ni tampoco la social que generan las estructuras violentas, como tampoco abre a un auténtico horizonte de esperanza.

Por ello, para observar, interpretar y actuar en esta emergencia mundial en términos de salvación hay que recordar la mostrada por Jesucristo y sus discípulos que más allá del hecho extraordinario, de la ruptura de la comprensión de la desgracia como castigo divino o de la demostración del poder de Dios, el desposeído recibe una nueva forma de enfrentar la realidad: los sentidos se abren a una comprensión ampliada de la situación, el discriminado se reintegra como miembro activo de su comunidad, el limitado se alza de su postración para actuar, el miedo se transforma en valor para anunciar un horizonte de esperanza, el temor a la muerte evoluciona en confianza y el poder se reconoce como servicio.

La gran mayoría saldremos dañados de alguna manera por la pandemia e ignoramos si llegaremos a sobrevivirla; sin embargo, podemos enfrentarla con espíritu cristiano para mantener cercanía en la distancia, encontrar fortaleza en la debilidad, reconocer la creatividad emergente, confiar en la promesa y fomentar solidaridad entre todos.

Este es un tiempo privilegiado para contemplar el misterio de Dios y experimentar la salvación que nos ha sido dada. Es la oportunidad de ser salvación para quienes sufren y crear una comunidad que se comporte realmente como el cuerpo místico cuya cabeza es Cristo. Porque como bien dice el Santo Padre “Si algo hemos podido aprender en todo este tiempo, es que nadie se salva solo”.[7]

 

[1] El principal es el Reglamento Sanitario Internacional de la Organización Mundial de la Salud (OMS en español y WHO por sus siglas en inglés), para consultar el reglamento ver https://www.who.int/ihr/publications/9789241580496/es/ También en el sitio del Centers for Disease Control and Prevention en https://www.cdc.gov/ para un seguimiento de la pandemia ver   https://www.who.int/es

[2] Para consultar el último reporte proporcionado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) del 27 de mayo pasado ver https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—dgreports/—dcomm/documents/briefingnote/wcms_745965.pdf

[3] Barría, Cecilia (25 de mayo de 2020). Crisis económica por el coronavirus | Robert Shiller, nobel de Economía: “No existe una pandemia, sino dos” News Mundo. Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-52748371

[4] Como quedó al menos como intención y propuesta del Secretario General de la ONU António Guterres en la presentación del informe sobre los efectos socioeconómicos de la pandemia ver, La recuperación de la crisis de la COVID-19 deberá conducirnos a una economía diferente.https://www.un.org/es/coronavirus/articles/launch-report-socio-economic-impacts-covid-19

[5] En México específicamente la Cruz Roja lanzó junto con otras instituciones de salud una campaña para frenar el ataque en contra del personal de salud. para más detalles ver https://www.jornada.com.mx/ultimas/politica/2020/05/12/se-suma-imss-a-campana-de-cruz-roja-contra-agresiones-a-personal-de-salud-9789.html

[6] Para ver y escuchar la declaración del Presidente ver https://www.youtube.com/watch?v=MH1kLGTx24Y

[7] Papa Francisco, Vida Nueva sección mundo, 17 abril 2020, para leer el texto completo ver https://www.vidanuevadigital.com/wp-content/uploads/2020/04/UN-PLAN-PARA-RESUCITAR-PAPA-FRANCISCO-VIDA-NUEVA.pdf

https://www.vidanuevadigital.com/2020/04/17/el-papa-francisco-escribe-en-exclusiva-en-vida-nueva-un-plan-para-resucitar-a-la-humanidad-tras-el-coronavirus/